Soy horrible para escribir entradas de fin de año o de año nuevo porque de verdad me da cringe todo lo que he hecho en el año y además de que puede ir de dos maneras: o será una burla a mi vida por todo el sarcasmo que estaré usando, o voy a escribir en serio y se va a poner medio sad el pedo.
Pero whatever, here it goes.
Este 2017 estuvo algo loco. Algo un poquititito loco (?). Si recuerdo bien, lo inicié en casa de mi tía que vive en Santiago. Recuerdo que nos regresamos "temprano" porque yo entraba a trabajar a las 6 am. Fui a trabajar, nos dieron tamales, y así fue. Mi día siguió normal. Mi mes siguió igual. Después del tormentoso 2016, trabajar me hacía bien. Siempre había dicho que la depresión era como un mito. Porque mientras estás ocupado, no sientes eso. Mientras tu cabeza esté en otra cosa, no estás triste. Pero qué mal estaba. A principios de enero empecé a salir con un chavo al que ya le había echado el ojo hacía medio año. Todo salió como lo planeé. Para febrero ya tenía novio. No sabía muy bien qué pedo, ya estaba medio rusty en eso de las relaciones, pero se sintió bien tener a quien agarrarle la mano al caminar, o abrazar, o besar, o así.
Se terminó febrero y yo tenía que regresar a la escuela, me había tocado un horario todo horrible donde entraba a las 8 am y salía a las 4 pm y eso no me permitía seguir trabajando. Un día antes de entrar a clases, les dije que ya no podía seguir yendo a trabajar y me arranqué a llorar porque de verdad me había gustado trabajar ahí. Estar como agente de servicio al cliente es toda una experiencia. Creo que te vuelves un poco más empática y aprendes a valorar el buen servicio. Así como también estás en todo tu derecho de ponerte tus moños cuando estás pagando por algo.
Anyway, nos saltamos hasta abril. En abril cumplí años y pasé uno de los peores cumpleaños de mi vida. Me arrepentí mucho mucho de haber invitado a mi en ese momento nuevo novio porque solo hizo que me la pasara mal. Fue más por algo que no hizo que por lo que hizo. Para las relaciones, soy consciente de que exijo mucho o tengo altas expectativas, pero simplemente me apendejé.
Este año que pasó ha sido el que más me ha desgastado emocional y físicamente por la escuela. Creo que nunca antes había estado tan enferma durante TANTO tiempo. Literal, a finales de mayo duré como 3 semanas con gripe. Sin contar los resfriados normales que me dieron todo el año que fueron como 6. Mi rash en todo el cuerpo debido al estrés se volvió más presente que nunca antes y ahora con cada infortunio aparecía. Fuese examen, presentación, tareas, trabajo, etc. No solo me fue terrible en la materia que ya tenía que pasar, sino que se aunaron otras a la lista y ha sido el año en el que más me he esforzado. Ningún otro se me había hecho así de difícil.
También me di cuenta que tengo un problema. Es decir, siempre ha estado ahí, pero este año se ha hecho más presente y ya estoy aware de la situación. Algo tengo con traumas del pasado, algo me impide ser feliz como antes era y de hecho uno de mis propósitos de año nuevo es cuidar mi salud mental. Me gusta exagerar y victimizarme, de esto estoy consciente, pero llega un punto en el que ya no es exageración todo lo que siento. O a lo mejor de tanto pensarlo, se vuelve realidad, o no sé. No sé cómo funcione muy bien mi cabeza. Sé que pienso mucho. Siempre he pensado bastante, desde que tengo 15 años, hay pruebas de eso. Sé que siempre me voy a los extremos. Sé que soy súper dura conmigo misma. Hay cosas que me marcaron de por vida que no he podido superar y después de varios años, ya he decidido buscar ayuda. Es decir, si yo no puedo, alguien más debe poder ayudarme con esto, ¿no? Y sé que suena extraño, sé que suena súper dramático, puede que lo sea, pero lo que sí es verdad es que ya tengo alrededor de 4 años que no estoy feliz. A lo mejor mi accidente activó o desactivó algún neurotransmisor. Yo qué sé.
He seguido trabajando. No me compré nada importante este año, a comparación del 2016 donde obtuve mi carro. No viajé a ningún lugar. No probé algo que haya cambiado mi vida. Intenté meditar, pero apesté en ello. Terminé quedándome dormida y fue extraño. No que no me haya gustado, es solo que es difícil dejar de pensar cuando estás acostumbrada a hacerlo en exceso. Este año, como los otros, tuve varios intentos de ponerme las pilas y empezar a correr, todos fallidos. Este año igual me alejé de la religión y dejé de tocar el ukulele tanto como lo hacía antes. Les digo, me he sentido triste, pero no tanto como aquella vez en la que intentaba distraerme con cualquier cosa y no podía perderme un domingo de misa. Hay niveles.
Perdí mi virgnidad en el 2017, a unos cuantos días de cumplir 25 años de edad. (Mamá, si lees esto, pues lo siento, solo intento adaptarme a la vida adulta [?]). Me enamoré otra vez, de una persona que nunca pensé llegar a querer de tal manera, de una persona que creo no me hace bien de momento, pero ahí sigo, porque me aferro. Porque así soy. Le mentí a mis papás como nunca les he mentido en toda mi vida, y es que mi mamá se pone medio loca y no entiende que ya tengo 25 años, pero igual, no puedo hacer mucho porque sigo viviendo bajo su techo. Dejé que mis papás me endeudaran a sobremanera. Trabajé de uber un ratito y terminé odiándolo porque la gente es mala y el servicio está muy mal pagado. Me aumentaron el sueldo. Mi computadora de doscientos mil pesos se descompuso. Mi celular nuevo se desmadró todo, pero luego mi tía me regaló su iPhone. Muchísimas cosas me salieron mal.
Este año en febrero, nació Elías, un bebito que quiero bastante. Ésa fue de las mejores cosas de 2017. Entre las peores, mi abuelo falleció en octubre. Fue triste y fue tan inesperado. Como todas las muertes lo son.
Para este 2018 de verdad quiero aprender a valorar todo lo que tengo y las personas que me rodean. Quiero enforcarme en mejorar como persona, en dejar de hacer tantos panchos, en dejar de tomarme las cosas tan a pecho. En no buscarle tres pies al gato. Quiero dejar de depender tanto de mi pareja. Quiero restaurarme. Quiero encontrarme a mí misma. Quiero adentrarme en la religión. Quiero estar sana. Quiero dejar de sentirme como me he estado sintiendo estos últimos años, tan triste y tan sola. Quiero ser feliz.
¡Ah, y quiero ahorrar también! Tal vez este año sí se me hace viajar. Aunque sea a Chihuahua.
Esta ya es la última entrada del blog, ahora sí, de verdad. Lo dejo abierto para la posteridad. He decidido ahora escribir todo a mano porque de alguna forma lo encuentro más reconfortantante.
Feliz año.